sábado, abril 22, 2006

La Súper Banda Irakere.



Irakere lideró con su nacimiento hace ya más de 30 años, un proceso de renovación en la música cubana que no ha sido justamente ponderado por algunos públicos menos rigurosos y exigentes. Irakere es el alma mater de la música cubana contemporánea. Con un estilo policromático que va desde lo puramente afro hasta las más modernas sonoridades, Irakere ha fusionado en forma casi perfecta lo Afro-cubano, el jazz y lo puramente clásico, logrando un producto de altísima calidad interpretativa, pero además inspirado y revolucionario. La fusión de la raíces profundas del folclor afrocubano con elementos de la música clásica e internacional se convierten en una filosofía, una forma de tocar y de trabajo bajo la obsesión perfeccionista de su director Cucho Valdés, que sobrevive a todos los vaivenes propios de las orquestas.

Y si de vaivenes hablamos, de esta orquesta se han separado dos de los instrumentistas mas celebres del mundo en sus respectivos instrumentos: Paquito D’Rivera y Arturo Sandoval. De ambos hablaré en un escrito posterior. Pero la orquesta ha sobrevivido a tan grande perdida, entre otras razones por que el plantel de músicos (genios debería decir) que han formado las filas de esta agrupación es sencillamente colosal. De su director ya he hablado antes (véase Sr. Piano).

Hace un tiempo atrás tuve la dicha de escuchar en el Teresa Carreño esta agrupación. Desafortunadamente, la deficiente acústica del teatro, nos jugó esa noche una mala pasada a los asistentes. No obstante, sigue grabado en mi memoria como un momento mágico. La sección de metales, algo sencillamente de locura...la percusión, puro sabor antillano y por supuesto, el Sr. Piano...

Uno de sus discos mas celebres, que le valdría el primer Grammy de un grupo cubano, “La Misa Negra es una obra sencillamente genial. Comienza con el espectacular Concierto Para Metales donde percusión y metales se enamoran con un poema ardiente y extremadamente erótico, la seducción de los sentidos. Continua con La Misa Negra, obra en cuatro movimientos: Rezo, Acercamiento, Llegada y Desarrollo, y finalmente, Despedida. Estos cuatro movimientos describen musicalmente Una ceremonia Lacumí, (El Lucumí o Lacumí es el lenguaje Yoruba como es hablado en Cuba y los Estados Unidos) tal como se sigue practicando hoy día en Cuba. El último de estos movimientos es lo más cercano que conozco a un orgasmo. Le siguen dos piezas extraordinarias: Samba para Enrique, dedicada a Enrique Plat, baterista original de la banda "el batería debe hacer bulla, pero esta tiene que ser siempre organizada, proyectándola lo más artísticamente posible y en comunión con el resto de músicos de la banda, pues como bien dice, "todos tenemos que hablar el mismo idioma" y El Duke Donde Chucho paga un merecido tributo caribe a Duke Ellington. Un disco único en la historia de la música. Un deleite para los sentidos.

SARAS

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